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Vivimos en una era donde el conocimiento es el motor del desarrollo social y económico. El artículo de Ahumada-Tello y Castañón-Puga nos invita a repensar el papel de la educación superior como base para construir una sociedad del conocimiento. Este enfoque propone que las universidades deben ser más que centros de enseñanza: deben convertirse en motores de innovación, desarrollo tecnológico y transformación social.

Para lograrlo, el estudio plantea un modelo educativo basado en sistemas complejos, donde intervienen múltiples actores como estudiantes, profesores, investigadores y gestores. Se analizan sus interacciones a través de herramientas tecnológicas como los sistemas difusos y la simulación computacional. Así, se pueden entender mejor los factores que influyen en la calidad educativa y tomar decisiones más acertadas para mejorarla.

Una sociedad del conocimiento no se forma solo acumulando información, sino cultivando habilidades como la creatividad, la innovación y el pensamiento crítico. El artículo destaca que estas capacidades pueden ser estimuladas desde el currículo universitario, incluyendo actividades extracurriculares, una cultura educativa participativa y una gestión institucional centrada en el aprendizaje significativo.

La importancia de este trabajo radica en que ofrece un camino para transformar la educación en un entorno más dinámico, interdisciplinario y adaptado a los desafíos del siglo XXI. Utilizando tecnologías de modelado y análisis, este enfoque permite diseñar planes de estudio que respondan mejor a las necesidades sociales, tecnológicas y humanas de nuestra era.


Referencia:

Ahumada-Tello, E., & Castañón-Puga, M. (2016). Modelling complex systems with distributed agency and fuzzy inference systems. Knowledge-based curricula in higher education. Procedia Computer Science, 80, 2317–2321. https://doi.org/10.1016/j.procs.2016.05.429

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